domingo, 21 de febrero de 2010

Conduciendo la Educación.

Conduciendo la Educación.
POR: Lic. Ricardo de León Fernández.
En el verano del 2007 La Santa Sede publicó las “ORIENTACIONES PARA LA PASTORAL DE LA CARRETERA-CALLE” (1) documento pastoral que incluye “El decálogo del conductor” un texto en el que exhorta a los fieles a poner en práctica conductas acordes a su fe al conducir pues es un hecho que millones de personas pasan gran parte de su tiempo al volante y además esto es causa de un alto índice de muertes y accidentes. La información de la pastoral se hizo entonces noticia, el concepto del documento reducido y aislado a lo que de oficio la nota informativa demanda (su mínima expresión a manipular) tuvo una buena difusión no por su mensaje sino por su “atrevimiento” al mezclar lo profano con lo espiritual. Predominó durante unas semanas la nota burlona y superficial característica de los medios de comunicación. ¿Porqué lo sustancial del trabajo pastoral pasó por alto y en cambio ganó interés solo el dato aislado, el pretexto para la crítica recurrente, un espacio más para el sarcasmo?
La pregunta da para mucho pero ahora nos podemos concentrar en un solo aspecto: la reacción de los “líderes de opinión” ante un exhorto para cumplir principios determinados puede decir mucho de nosotros como sociedad.
En el caso de nuestro ejemplo es claro que las instituciones encargadas de la planeación, implementación, reglamentación y demás asuntos relacionados con el tránsito vehicular, no pueden ni deben cumplir sus objetivos de manera autónoma. El reglamento de tránsito no hace al conductor.
Se entiende que la coerción por sí misma no tiene alcance para hacer del conductor un buen conductor, a sabiendas las autoridades se valen de los medios de comunicación donde la persuasión emotiva complementa, refuerza y cubre lo que sus principios restrictivos no logran, de este modo se crean alianzas con la iniciativa privada para crear asociaciones civiles, campañas y programas de educación vial. Y bien entonces ¿porqué nadie toma a mofa, hace comentarios subjetivos y pasa por alto estos esfuerzos como sucedió con los diez mandamientos del conductor? Me atrevo a dar una respuesta: porque es más fácil ser obediente que ser responsable, emocionarse que comprometerse.
En el mundo de la educación formal sucede algo similar ya que es frecuente confundir lo laico con lo antireligioso, es decir, se da por hecho que la educación laica debe excluir (sino prohibir) aspectos espirituales en la misma mesa donde se de la bienvenida a competencias sustentadas en el “saber ser”.
Tener un pie en el pasado (por ejemplo el fantasma de la ley Juárez) y otro en el futuro (cuidar nuestra membrecía de la OCDE, no defraudar al FMI) a la hora de fundamentar un plan nacional para la educación nos dice algo seguro: no estamos pisando el presente. El hoy va en automático, provocando, entre otras cosas, una improvisación ante los problemas reales que se presentan en el día a día de todo centro de educativo. Ya no hablemos de dinero. Si las herramientas (principios) que se nos ofrecen para darle una dimensión espiritual (como ejemplo, el decálogo del conductor) al fenómeno de la educación vial son tomadas como simple chacota ¿qué hay de las que sugieren lo mismo para el universo de la educación? Una cosa es segura, no las tomamos con la seriedad que se merecen se piensa que la fuente no es de fiar.
Se dice que hoy pasamos por una crisis de valores, situación que parece nadie vio venir pues ya desde hace tiempo nos hemos preparado para abordar el tren del progreso, este nos ofrece la sensación de movimiento, de ser parte de un proceso que va hacia adelante y ahí vamos en las vías de desarrollo (decir tercer mundo ya no es políticamente correcto) donde ya es pertinente hablar de competencias en el ámbito educativo, de la construcción de una sociedad del conocimiento o de las tecnologías de la información y la comunicación, mientras los principios que dan significado a los valores humanos se ven como carga pesada, un lujo que no puede viajar en el mismo tren, ni usar las mismas vías. Así es como preferimos no llevar con nosotros la carga más importante.
Ante las consecuencias de esta desvirtualización de los valores, algunas instituciones educativas han implementado en su plan curricular ejes transversales de humanidades, ética o valores al resto de las asignaturas; otras agregan este material de manera extracurricular para así cubrir algunos aspectos urgentes de la comunidad. Parece insuficiente.
El hacer de los principios y valores un estilo de enseñanza, el esqueleto del currículum en lugar de simples asignaturas complementarias parece lejano. Muchos llegan a exclamar que esa labor no corresponde a las escuelas sino a la familia. Así es, a la familia del alumno pero también, en su momento a la del maestro, a la del director y a la de todos.
Tal vez la invitación la formación basada en principios nos llegue en el futuro no como dogma religioso sino como competencia espiritual dentro de un plan curricular, solo entonces habrá que ser competente en principios, obediente y emotivo.

Referencias:
(1) People on the move n° 104 (suppl.), august 2007. (2007, agosto 1). De la página electrónica: http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/migrants/pom2007_104-suppl/rc_pc_migrants_pom104-suppl_orientamenti-sp.html

4 comentarios:

  1. Pude entender muy bien el mensaje, sobre todo con las analogías prácticas que sin duda invitan a la reflexión. En verdad necesitamos urgentemente una formación basada en principios sobre todo que lo espiritual se convierta en transversalidad. Gracias Ricardo por tu aportación.

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  2. Si queremos establecer una Educación basada en competencias, debemos iniciar con las Genéricas. Estoy de acuerdo contigo Ricardo en que la base para logarlo son los principios y Valores. No puede ser posible que nos centremos en desarrollar las competencias laborales y descuidemos el aspecto espiritual. El desarrollo y Progreso Económico no son sinónimos de Desarrollo Humano y Progreso Social.

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  3. Algunas veces sentía que remaba contra corriente, al pretender introducir la importancia del aspecto espiritual en la vida, ya que como bien expresa Ricardo, los medios se encargan de distorsionar y minimizar los pocos contenidos con valores y desafortunadamente es lo que la mayoría ve, escucha y lee. Confieso mi alegría al saber que somos más los que estamos avanzando en esta dirección, que aunque no es la más fácil, si es la correcta.

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  4. COMENTARIO DE DAVID MALDONADO:
    En este ensayo encuentro la sintonía y la ventana para decir que en realidad ante este panorama de querer incidir en la formación de personas cobrando dinero a cambio pienso que no es buena combinación, y no culpo a quién lo hace que así pareciera en un comentario anterior; porque simplemente ellos hacen su trabajo ven por su negocio. Desde mi particular punto de vista entre una de las cosas que no debiera, como parte de su soberanía, perderse, es la educación y aunque parezca difícil es posible recuperar esta posición. Tenemos el caso de muchos países donde la educación es proporcionada por el estado de países capitalistas y socialistas; por ejemplo el caso de una de las economías pujantes y que tiene un crecimiento anual cerca del 9%, quizá algunos de sus productos no son de los mejores sin embargo pienso que si estamos hablando de educación, de disciplina hacia el trabajo, los chinos son ejemplo; que en las pasadas olimpiadas usaron trucos en la producción de la inauguración, que las dos jovencitas que ganaron medalla de oro no cumplían con la edad reglamentaria y ahora COI está a punto de retirarles las medallas. En México matan a un grupo de estudiantes a quema ropa cuando se divertían en una fiesta y se hace nada, no hay resultados de peso para la sociedad afectada. Recientemente cuando era realizada la Cumbre de países Latinoamericanos y del Caribe se colocaron narcomantas en plena visión del evento. Efectivamente hemos perdido mucho acerca del “bien ser” como sociedad y lo que está sucediendo ahora con la educación, de ser una propuesta al alcance del público en general facilitada por las condiciones económicas y políticas del país, consentida por el gobierno, en donde además no hay orden ni dirección acerca de lo que se debe enseñar paralelamente a los conocimientos técnicos; representa un grave riesgo para la formación de la sociedad. Concluyo que la educación es la principal arma de desarrollo de un país y esta debiera ser planeada, administrada y controlada por el estado, con el objetivo único de ser mejores primero internamente y después con el mundo.

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